“MUCHOS MUSEOS ESCONDEN SUS JOYAS”: HELENA ROHNER BUCEA EN EL ARCHIVO DEL MUSEO DEL TRAJE

A Helena Rohner (Las Palmas de Gran Canaria, 1968) siempre le ha gustado hablar de las joyas como de “esculturas tímidas”, siendo el motivo de esa modestia su tamaño, jamás su carácter ni su ambición. Recuerdo que la primera vez que le escuché la expresión, hace años, pensé en que se ajustaba como anillo al dedo a sus propias piezas. Pero al visitar Escultura tímida, un diálogo entre la joyería tradicional y la contemporánea –comisariada por ella junto a Concha Herranz, conservadora de la colección de joyas del Museo del Traje de Madrid, que la alberga hasta el 5 de mayo próximo me vi obligado a repensar la (sorprendente) capacidad del sintagma para definir genéricamente la naturaleza misma de la joyería, un medio de expresión artística desconocido por lo general para el gran público y del que apenas se organizan muestras en nuestro país.

Las exposiciones centradas en la joyería, un arte que todavía tiene que combatir tanto contra el desconocimiento como contra el prejuicio, son bien raras en nuestro país. ¿Cómo surgió la idea de organizar 'Escultura tímida'?

Antes de la pandemia el Museo del Traje me invitó a una visita para ver sus maravillosos fondos. Y en ella me di cuenta de que, como en el caso de otros museos, apenas tienen joyas expuestas pese a contar con más de 9.000 piezas. Yo les propuse mostrarlas al público, y a Elena (López de Hierro), su directora, le gustó mucho la idea. Me dijo que debía seleccionarlas yo; quería la mirada de alguien externo al museo y sus lógicas. Sabes bien que yo considero las joyas esculturas en miniatura, y con esa idea empecé a darle forma. Pero al trabajar mano a mano con Concha (Herranz) en la selección, pronto fui consciente de que ella también tenía que involucrase emocionalmente en el proyecto. Y, por otra parte, me pareció interesante y enriquecedor completar la propuesta con un segundo objetivo: poner en valor la riqueza poco conocida de la historia de creatividad contemporánea en joyería de España. El concepto estaba claro. Sabía que se trataba de dos expresiones que tienen mucho que ver, ahora, en el proceso aprendimos muchísimo.

¿Como qué?

La importancia de la memoria en la creación, por ejemplo. La joyería de 1800 es súper contemporánea, muy válida hoy. Muchos diseñadores actuales bebemos de ella, de sus simbolismos, de sus estéticas y técnicas, sin darnos cuenta. Pienso en las formas de bellota de Berao o las flores de Andrés Gallardo. O la modernidad de nuestra tradición popular. O el peso de la escuela de Barcelona en la joyería contemporánea española. ¡Muchas cosas!

La sensación más intensa al verla es, sin duda, la sorpresa. Y no sólo por la fluidez de ese diálogo entre modernidad y tradición, también por la forma que habéis elegido para presentar las piezas: nada del típico orden cronológico sino agrupadas en ejes temáticos, con una sobriedad que contrasta con la idea de joya…

Tiene mucho que ver con mi primera idea de la exposición: tenía 200 piezas seleccionadas y quería que, para verlas, el visitante entrase en un espacio completamente diferente que promoviese la interacción con ellas. El trabajo de Marta Muñoz –que es arquitecta y tiene un gusto exquisito– con la museografía ha sido fundamental. Teníamos claro que queríamos apelar a los sentidos –y las emociones– tanto como a la cabeza. Y que la armonía y la belleza eran un comienzo claro. Aprovechamos unas preciosas vitrinas antiguas parecidas a las de los museos de historia natural y utilizamos piedra natural de Cosentino como soporte. Incluso el metacrilato, que escogimos porque las joyas antiguas no pueden tener contacto con muchos materiales –y que al principio no nos gustaba a ninguna–, aporta una translucidez que se ha demostrado perfecta. Hasta el color rosa, que tiene un punto muy femenino, suma también sobriedad… Ha sido un viaje muy intuitivo, pero en el que todo ha acabado por encajar armónicamente.

Has hecho referencia un par de veces al trabajo de selección de las piezas, pero ¿cuáles fueron los criterios para escogerlas?

No tuvimos en cuenta el valor de sus materiales ni los nombres de sus autores sino las piezas en sí. Su propuesta estética, su valor simbólico… Ha sido un ejercido de poner el foco en las joyas. Y algo muy interesante es que el ego de los creadores ha estado muy por debajo de ellas, que son las verdaderas protagonistas de la exposición. Como también las marcas, porque también hay piezas de artistas trabajando para una marca, como en el caso de Nuria Mora con Grassy… Y es que no se trata de una muestra de diseñadores o marcas sino de joyería española. De piezas.

Y, hablando de piezas, creo que el trabajo con las joyas antiguas ha sido complicadísimo, ¿no?

Están muy protegidas, claro, y no se pueden manipular así como así. En el sótano del museo montamos 17 mesas que se correspondían con los expositores de la exposición y, sobre fotografías, hicimos maquetas de las piezas para poder trabajar con ellas libremente. No fue fácil, no.

Otra cosa a destacar es que el equipo que ha dado forma a 'Escultura tímida' está íntegramente formado por mujeres, desde la dirección del museo a las comisarias, pasando por la responsable de la museología, e incluso la editora del catálogo…

Ha sido algo muy natural, la verdad. Yo trabajo con mujeres en mi estudio, y en el museo hay pocos hombres… Hemos realizado un esfuerzo conjunto en el que se ha producido una simbiosis creativa entre Concha, Marta y yo, y al que han aportado muchísimo Carmela Nogales –seleccionando diseñadores, hablando con ellos, pidiéndoles piezas, etc.– e Irene Girona –mi grafista, que ha diseñado un logotipo que es también muy importante–. Sin olvidar el catálogo de María Luisa Samaranch, que prolonga la vida de la exposición. Y contar con la fe ciega de Elena, la directora, ha sido esencial. Todo ha confluido.

No tuvimos en cuenta el valor de sus materiales ni los nombres de sus autores sino las piezas en sí”

Y tú como directora de orquesta…

Ha sido un trabazajo… Hacer un comisariado como este implica atender a muchas ramas y capas. Y para gestionar un proyecto así con éxito es necesario comprender que una no puede controlarlo todo personalmente, sino que su papel es hacer que cada una tome conciencia de la importancia de su propia aportación y fuese libre para desarrollar su trabajo. Eso, y guiar todo diálogo hacia el acuerdo. Menos mal que estudié política internacional…

Para terminar, ¿cuál dirías que era el objetivo último de la exposición? Y, ¿lo das por conseguido?

¡Sin ninguna duda! Sorprender era uno de los objetivos más importantes, y lo hemos hecho. Y si devolverle al mundo de la joyería parte de lo que hemos recibido de él era el final, te diré que estoy convencida de que cuanto más sepamos de la tradición de la joyería española y más la pongamos en valor, más apuntalamos nuestro propio trabajo. 

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